¿Buena suerte? ¿Mala suerte? … ¿Quién sabe?
Una historia china habla de un anciano
labrador que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el
caballo escapó a las montañas. Cuando los vecinos del anciano labrador
se acercaban para condolerse con él y lamentar su mala suerte, el
labrador les replicó:
“¿Mala suerte? ¿Buena suerte? … ¿Quién sabe?”.
Una semana después, el caballo volvió de
las montañas trayendo consigo una manda de caballos. Entonces los
vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte. Éste les respondió:
“¿Buena suerte? ¿Mala suerte? … ¿Quién sabe?”.
Cuando el hijo del labrador intentó domar
uno de aquellos caballos salvajes, cayo y se rompió una pierna. Todo el
mundo consideró esto como una desgracia. No así el labrador, quien se
limitó a decir:
“¿Mala suerte? ¿Buena suerte? … ¿Quién sabe?”.
Una semana más tarde, el ejército entró en el
poblado, y fueron reclutados todos los jóvenes que se encontraban en
buenas condiciones. Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna
rota, le dejaron tranquilo. ¿Había sido buena suerte? ¿Mala suerte? … ¿Quién sabe?.
Todo lo que a primera vista
parece un contratiempo puede ser un disfraz del bien. Y lo que parece
bueno a primera vista puede ser realmente dañoso. Así pues,
será postura sabia que dejemos al tiempo decidir lo que es buena suerte y
mala suerte, agradeciendo lo bueno que nos traiga.
AUTOR: Anthony de Mello.
LIBRO: Sadhana, un camino de oración
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