Foto Francisco Olvera
Enrique Méndez y Roberto Garduño
Periódico La Jornada
Miércoles 30 de marzo de 2016, p. 10
Miércoles 30 de marzo de 2016, p. 10
Carlos Antonio Santamaría Díaz, un niño de nueve
años de edad graduado en el diplomado de bioquímica y biología molecular
de la Facultad de Química, de la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM), sorprendió al pleno de la Cámara de Diputados cuando se
le preguntó:
–¿Te gustaría ser diputado?–¡No, yo no quiero ser diputado, no quiero ser como ustedes; yo quiero ser científico!
La gran capacidad intelectual del niño fue motivo de sorpresa y admiración entre la mayoría de los legisladores, pero sobre todo su inocencia y candidez para responder a los crecientes halagos de los legisladores. Fueron evidentes el hartazgo y la displicencia al no sentirse tan cómodo en ese lugar.
El presidente en turno de la Cámara de Diputados, Jesús Zambrano, ponderó la
constancia y dedicacióndel niño genio, cuando lo que priva en el infante es una natural capacidad intelectual. El perredista dio lectura a una tarjeta elaborada por los funcionarios de servicios parlamentarios, con la información sobre el paso de Carlos Antonio por la UNAM:
Ha adquirido conocimientos sobre una concepción global de la química, de cómo se efectúan las reacciones, a qué cosas dan origen, así como sobre su caracterización. Y aprendió a descubrir cómo está constituida la materia a partir de técnicas complicadas. Así adquirió conocimientos sobre principios de equilibrio en disolución y espectroscopia infrarroja de resonancia magnética nuclear y espectroscopia de masas, dijo Zambrano.
Antes, la Comisión de Ciencia y Tecnología entregó un reconocimiento al menor por cursar el diplomado en la UNAM.
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